Etapa 11. Cerca de Dajla- El Aaiún.


Vamos a desayunar al mismo bar de carretera de ayer. Nos ponen café y tortillas. Cogemos la carretera dirección Bojador, otra de las antiguas ciudades españolas del Sáhara. Paramos en un acantilado. En el mar se ven puntitos de cosas flotando. Con los prismáticos vemos que son pescadores subidos en neumáticos.

Hacemos una especie de tiro al plato con una piedras y después del momento ganso, seguimos por la carretera.

Paramos en la ciudad a comprar algo de fruta y dar una vuelta y nos quedamos a comer un pincho en un sitio que ya tiene las brasas encendidas.

El bar es oscuro y está lleno de humo de la parrilla, además de moscas. Tardan una eternidad en traernos las sardinas y las chuletas, así que ya comemos allí y así esperamos a que baje la marea. Mientras esperamos para comer, Al-Yawara se va a lavar un poco el coche, que la mezcla de gasoil, arena y la humedad de estar cerca del mar han hecho una pasta llamémosla interesante.

Después de comer vamos directos a la playa. Hoy no apetece el baño, está nublado y hace algo de viento, aunque la temperatura es agradable.

La entrada se nos complica un poco a algunos. 


Unos kilómetros después, aparece ante nosotros un barco varado, el “Chiyo Maru Nº7”, que, por lo que averiguamos después mirando en internet, es un pesquero japonés que figura como “desaparecido” en los registros.

Nos hacemos varias fotos y seguimos. 


La playa se acaba y tenemos que salir, y justo a la salida, en la pista que va paralela a la playa, nos cruzamos con un camión militar lleno de soldados. 


Marruecos está militarizando toda la costa del Sáhara Occidental, poniendo un puesto militar a cada kilómetro de costa. Algunos están terminados, otros en construcción, y otros son simplemente unas casetas de piedras a la espera del puesto definitivo. Eso sí, todos con su antena HF, su parabólica y su teléfono móvil.

Seguimos por la pista y nos mete directamente entre las chabolas de un pueblo pesquero. 

Llegamos justo a la hora en la que están regresando todos los pescadores con sus barcas. Varios tractores se encargan de sacarlas del agua y ponerlas en la zona seca de la playa, mientras los pescadores las descargan.


Calamares, doradas, morenas, algo parecido a besugos, otros parecen salmonetes pero más gordos...





Se nos acerca un hombre de mediana edad, con gabardina, hablando en español y nos invita a ver la lonja en plena actividad. Mientras vamos hacia allá, se nos acerca otro hombre, un poco enfadado y nos dice que qué hacemos allí que él es la autorité del pueblo. Le decimos que somos turistas y que vamos a ver la lonja. Al salir, aparece un mando de la gendarmería en su Mercedes, y medio en español medio en francés, nos pide toda la información del grupo. Le damos la lista y nos dice que tenemos que salir de allí e ir a la carretera, que para ir a El Aaiún la pista está prohibida. Finalmente, nos pregunta la profesión de cada uno, que, por suerte, está en la lista. Las sensibilidades entre Marruecos y el Sáhara siguen a flor de piel, y la vigilancia es exhaustiva. Salimos a la carretera, y sin más novedad llegamos al puerto de El Aaiún, donde está el hotel. Nos cuesta un poco dar con él. Nos llevan a aparcar los coches en la puerta de la gendarmería que está dentro del puerto. Mejor vigilados no van a estar los coches. Duchas de rigor, cerveza nacional (o de importación según el lado desde el que lo mires) en el bar, y cena a base de pescado. De las mejores cenas del viaje. Durante la cena, se plantea la posibilidad de intentar ir a Esmara por pista, y hacer de vuelta la ruta que no pudimos hacer a la ida. Se somete a votación y sale que iremos por la ruta planificada. El cansancio y el desgaste de los coches van haciendo mella. Además, RPodio nos dice que su coche va haciendo ruidos extraños en la transfer. Nos vamos a dormir, y quedamos a las 8:00 para desayunar, hora estándar de todo el viaje.