Etapa 9. Cabo Barbas.

Etapa anterior: Etapa 8: Ausserd

Hoy sí que madrugamos mucho.



Tenemos mucha ruta por delante. Desayunamos y recogemos rápido. Después de la reparación, el coche va bien. Lo noto mucho más preciso en la dirección, sobre todo cuando tengo que encarrilarlo en las roderas al cambiar de pista. Encontramos un fuerte abandonado. Por el tipo de construcción y los restos que hay, parece relativamente moderno, tiene hasta cajas de mecanismos eléctricos, aunque de los cables no hay ni rastro, evidentemente. Del techo, tampoco.

Parece un fuerte marroquí de alguna guerra reciente, de la del Sahara Occidental seguramente. A lo lejos, podemos ver otro fuerte igual, pero se nos desvía de la ruta. 

Si el paisaje de ayer era cambiante, hoy lo es mucho más. Vemos dunas solitarias. Dunas móviles que van tapando las pistas a su paso y tenemos que sortearlas para seguir. 

Cada vez vemos más camellos. 

De vez en cuando, una haima, y su inseparable Santana al lado. 

Desde que llegamos a Tan Tan, casi sólo se ven Santanas. Los Toyotas y derivados se han quedado en el Norte del país. Al rato, Pacoto se para porque va oyendo un ruido en la parte trasera. Ha arrancado un soporte de la estabilizadora trasera. En 10 minutos tiene la barra desmontada y metida dentro del coche. Al-Yawara sigue regando su coche con gasoil, al cual le acompañan kilos de arena para absorberlo. 

Seguimos la alternativa y llegamos a un lago con agua. Gus, RPodio y Pacoto se acercan hasta el lago, pero no llegan. Cada metro que se acercan, éste parece más lejano. 

Pero no es un espejismo. Es otro lago seco con cristales como el de ayer, pero mucho más pequeños. Al acercarse, cambia el ángulo de incidencia del sol, y los cristales dejan de brillar. Por eso parece que el lago se aleja. Vuelven a la pista y continuamos. Eb4cuv nos informa por la radio que se ha vuelto a romper la baca, así que decide desmontarla y poner la rueda de repuesto en su sitio. 

Le esperamos en lo alto de una de esas dunas solitarias. 


Una vez desmontada la baca, seguimos hasta el punto que nos lleva más al Sur de esa ruta, y desde ahí volvemos a aplicar la técnica del “tótieso” durante 24 km para llegar a la ruta originalmente marcada. Tenemos que remontar una colina y la subida está cubierta de arena. 



En un par de intentos llegamos arriba. Siguiendo los tracks que tenemos marcados, paramos a comer en el punto más al Sur que alcanzaremos: 21º34’. Estamos a unos 20 km de la frontera Mauritania. Fotos de rigor y continuamos. 

Cambiamos rumbo. Dejamos de ir al Sur para ir ahora hacia el Noroeste. El Cabo Barbas está cada vez más cerca.

A lo lejos, se ve el desierto verde. Sí, verde, verde hierba. Con las últimas lluvias, han crecido unas hierbitas minúsculas que salpican la arena, pero el efecto al mirar a lo lejos es el de un manto de césped. Nunca imaginé el desierto así. Y es que el desierto, realmente, está lleno de vida. Vida latente o vida oculta, que aprovecha cualquier oportunidad para surgir. 


Debajo de mi coche se oye cada más insistentemente un grillo cuando acelero. Cada vez más fuerte. Paramos a mirar y el diagnóstico es crucetas de transmisión delantera muertas. Es una transmisión de doble nudo de Discovery Td5, con suplementos porque la del Defender Puma es más larga. Saco la original, que la eché de repuesto, pero no podemos cambiarla, porque es incompatible. Al poner la del Disco, se cambió la brida de la transfer por una de Disco. Así que, ya desmoralizado del todo, me pongo en manos de los expertos. Recetan un desmontaje de transmisión y continuar hasta el hotel en 4x2 con el bloqueo metido. Únicos problemas: estamos en mitad de un cordón de dunitas de arena blanda, y el bloqueo central no funciona bien desde hace unos días y a veces salta.

Pero no hay nada que se les atasque a estos recios landroveros, así que Al-Yawara toma la iniciativa de buscar un camino fácil para salir de ahí y buscar la pista hacia el hotel. Se para, busca, prueba, me indica por la emisora el mejor camino, me atasco una vez, pero antes de poder reaccionar, ya me están sacando. Garmen, el mejor copiloto que he podido encontrar, no suelta la palanca del bloqueo para que no salte, y además, va poniendo y quitando el bloqueo trasero para no quedarnos atascados. Yo, lo único que tengo que hacer es conducir detrás de Al-Yawara sin preocuparme de más. De vez en cuando pone los warning, para diferenciarle en la noche y poder seguirle. A todo esto, lleva varios días sin que le entre el bloqueo central, o sea, que el trabajo es doble: no quedarse él y buscar un sitio donde no me quede yo. Y por fin, tras ese rato complicado, llegamos a una pista, que tiene magníficamente conservada la tôle ondulée y que nos hace vibrar hasta los empastes. Salimos a carretera, dirección Sur al hotel Barbas en Bir Gandouz. Control de gendarmería a la entrada. Mismas preguntas. Adónde, al hotel, ¿y mañana?, de regreso, muy bien, pueden pasar.

En la puerta del hotel, con gran satisfacción, nos abrazamos. Hemos llegado, misión cumplida. Más al Sur de Marruecos no se puede llegar si no llevas visado para cruzar a Mauritania. En la entrada del hotel hay varias furgonetas francesas de un viaje solidario y algunos coches de la MINURSO. Nos recibe Manolo, el director del hotel, un canario que lleva muchos años viviendo en el Sáhara. Sólo pudimos reservar 5 habitaciones por internet y nos falta una, pero Manolo nos lo organiza y nos consigue las 6 habitaciones. Pedimos la cena y nos vamos a dar una ducha, que ya es hora de ducharnos en condiciones. Las duchas portátiles que llevamos Gus y yo en el coche están muy bien, pero siempre se agradece un baño de verdad. Después de cenar, Al-Yawara saca dos botellas de champán y brindamos por haber superado el ecuador del viaje y haber alcanzado nuestro objetivo, el Cabo Barbas. Estamos realmente cansados y nos vamos a dormir.